
¿Estado número 51 de EE.UU.?
El presidente Javier Milei sigue acumulando decisiones que afectan la soberanía y la economía argentina, en un contexto de crisis y alineamiento automático con Estados Unidos e Inglaterra. Sus viajes, discursos y gestos políticos refuerzan una preocupante sumisión a intereses extranjeros.
Crisis económica y servilismo internacional
Claramente no están siendo jornadas buenas para Milei. O capaz que sí, capaz que son buenas para él y más malas para los argentinos y para la Argentina. Durante más de 15 jornadas consecutivas, el Banco Central ha perdido más de 3 mil millones de dólares de reservas, mientras el FMI dilata el acuerdo y no confirma el monto del préstamo ni sus condiciones. ¿Para qué es ese préstamo?
Por otro lado, su reciente discurso sobre Malvinas sorprendió a todos: declaró que los malvinenses tienen una "autonomía", como si fueran un país independiente y no habitantes de un territorio usurpado por el Reino Unido. En simultáneo, el Senado rechazó los pliegos de los jueces que Milei propuso para la Corte Suprema, una derrota institucional clave.
Y mientras todo esto ocurre, gastó 100 mil dólares en un viaje relámpago a Estados Unidos para intentar conseguir una foto con su "amigo" Donald Trump. No hubo foto, ni reunión, ni respaldo político. Una humillación más en su alineamiento servil con un imperio que ya ni siquiera es hegemónico.
Viajes sin inversiones y desmantelamiento social
Desde que asumió la presidencia, Milei ha realizado diez viajes a EE.UU., gastando más de dos millones de dólares en su afán de posicionarse como líder global de la ultraderecha emergente. A pesar de estas costosas excursiones, no ha logrado atraer ni una sola inversión para el país ni generar un solo puesto de trabajo.
Mientras tanto, la economía nacional se desploma: el consumo de carne, leche, gasoil, frutas y verduras sigue en caída. El desempleo aumenta, la educación y la salud se deterioran, las jubilaciones continúan congeladas y el endeudamiento sigue creciendo para mantener un dólar artificialmente controlado.
El jueves pasado, mientras el país se hundía, Milei corrió desesperadamente a buscar una foto con Trump. Pero aquí, en Argentina, la realidad es otra: el Banco Central perdió 3000 millones de dólares en reservas en apenas 15 días debido a la especulación financiera promovida por el Gobierno.
Soberanía en peligro y represión social
El alineamiento de Milei con EE.UU. e Israel también se refleja en sus decisiones diplomáticas. En el Día de la Soberanía y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, insinuó que los isleños podrían elegir entre Argentina e Inglaterra, desconociendo nuestra histórica lucha por la soberanía.
En paralelo, la represión se ha convertido en moneda corriente. Cada miércoles, las fuerzas de seguridad reprimen brutalmente a los jubilados que protestan por una mejora en sus ingresos. Atropellos, gases lacrimógenos y agresiones a periodistas evidencian el desprecio del Gobierno por los sectores más vulnerables.
Ante este panorama, es necesario preguntarnos: ¿quiere Milei que Argentina se convierta en el Estado número 51 de EE.UU.? Si esa es su aspiración, los argentinos tenemos derecho a saberlo antes de las próximas elecciones.
Porque lo que exigimos es claro: un presidente que defienda los intereses nacionales, que sea sensible a las necesidades del pueblo, que genere trabajo, que respete las instituciones y los derechos humanos. El próximo miércoles y jueves, con la marcha de jubilados y el paro nacional, tendremos la oportunidad de manifestar nuestro descontento.
Javier, Milei, para la mano. No destruyas más la democracia. No denigres más nuestros valores. Argentina tiene historia, tiene identidad, y no dará ni un paso atrás.
Por: Cesar Malato Militante Peronista y
Asociativista

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